La premisade las casas internacionales de moda dice que hoy en día hay que apostar por minimalismo, pero con una esencia chic y ultra glamurosa. Bajo la escueta filosofía de “menos es más”, el regreso lo clásico se vuelca hacia siluetas donde la geometría será protagonista con cortes totalmente rectos y experimentos en lo asimétrico.
La idea de redefinir la delicadeza y sensualidad de la mujer moderna parte de una clñar influencia por recuperar el estilo utilizado en la década de 1920, con usos equilibrados de tela que dejen bastante juego a la imaginación y la elegancia por delante del vestido.
Así, los vestidos deben caer a la rodilla y pantorrilla y apostar por escotes discretos de resaque en mangas o forradas de encaje, espaldas cobijadas de transparencias, cintillos expuestos u ocultos a la cintura, pantalones de corte clásico por arriba de la cadera y sacos/blazer de sastrería.
El concepto minimalista en la moda llega con fuerza. Lejos quedará lo exagerado y rebuscado para solo vestir con lo necesario para burlar al calor, combatir el frío y dar preferencia a una sola tendencia, estampado o textura.
Un clásico que sigue triunfando es combinar el negro y el blanco. A demás de estilizar la figura y dar volumen, su versatilidad facilita combinarla con otras prendas y un color extra.
También al minimalismo también se le puede añadir un toque exótico siempre y cuando se lleve equilibradamente. La tendencia barroca tuvo auge el año pasdo con estampados que recuerdan los bordados de la monarquía y los encajes completos.
Por último, la tendencia por optar por los acentos dorados sigue en la joyería plana donde la opulencia pasa a ser delgada en los collares y brazaletes anchos tipo romano y con inspiración serpenteante. Asimismo, la pedrería tendrá su importancia en los pectorales y partes traseras de blusas a modo de letras.
Foto vía Modaddiction