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Con la llegada del verano se puede refrescar el salón para darle un aire más estival y fresco. Para ello hay que cambiar varias cosas y sin gastar mucho y de forma sencilla.

1º. Añadir detalles en colores vibrantes:

Así, se logrará animar los muebles y las tapicerías. En el sofá se pueden combinar cojines lisos con otros de rayas y estampados. En la mesita auxiliar, se pueden colocar pequeños jarrones y piezas de menajes algo subidas de color.

2º. Optar por alfombras ligeras:

Los kilims son una apuesta segura por su acabado plano y su alegre colorido. También las de algodón, muy frescas, sobre todo, si lucen rayas o estampadas multicolor. Otra opción, las esterillas de fibras vegetales como sisal, yute, cáñamo…

3º. Cambiar las cortinas:

Se deben retirar los pesados cortinajes de invierno y sustituirlas por telas más ligeras. Se puede elegir con estampados vegetales y en tonos relacionados con la naturaleza, con ello se conseguirá una sensación muy refrescante.

4º. Romper la monotonía:

Si el salón está decorado en tonalidades lisa, se puede llenar de energía y optimismo introduciencdo textiles con muchos colores. Hay que atreverse a combinar rayas, flores y otros estampados, pero solo en pequeños complementos; así el resultado final no resultará tan abrumador.

5º. Otogar el protagonismo a lo natural:

Se puede optar por suelos de barra, carpinterías y muebles de madera, vigas en el techo, etc. Si tienes estos elementos te recomiendo hacerles una puesta a punot restaurándolos, pintándolos o barnizándolos para que recuperen todo su esplendor.

6º.  Para que el sol no entre:

Se puede apostar por los toldos en las ventanas y poner láminas de control solas en los cristales. También se pueden vestir todas las ventanas con estores independientes; se podrán graduar según se necesite. Si se ponen de madera o fibras vegetales el efecto será muy natural.

Foto vía Decoralis

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